lunes, 28 de junio de 2010
viernes, 25 de junio de 2010
¿Qué tipo de música es la mejor para los niños?
La música tiene la sorprendente capacidad de influir a los niños a todos los niveles; físico, psicológico, intelectual, social y espiritual. La música puede incitarles a hacer cosas, puede estimularles y puede mover sus sentimientos..., no en vano es considerada como el lenguaje del alma.
La música es arte que conmueve el espíritu, pero, por desgracia, no toda la música del mercado es adecuada para los niños. Como el resto de medios audiovisuales, hay de todo y aunque en la variedad está el gusto, hay que ser conscientes de que hay canciones o tipos de música que intranquilizan, que llaman al desorden, que mueven a la violencia o que lanzan mensajes poco adecuados para los niños. A veces, en el coche he puesto alguna emisora de radio que alguna vez me ha escandalizado a mí y a mis niños porque en la letra se decían palabrotas o eran de temática poco apropiada. Así que antes de hablar de los beneficios de la música, debemos hablar de qué tipo de música es la más recomendable para los niños.
Los niños mostrarán preferencias por unas o por otras, dependiendo de que el abanico ofrecido por nosotros sea amplio y variado, no sólo debemos conformarnos con poner las canciones más radiadas o con más tirón de ventas, es importante ofrecerles la visión de música como expresión artística capaz de trasmitirnos emociones y de mover nuestro espíritu. Así, una sencilla melodía de violín puede trasmitirle sensación de peligro, o ponerle el bello de punta por la emoción o proporcionarle bienestar y tranquilidad.
La música clásica establece un vínculo especial con la medicina, la concentración, el orden y las matemáticas, además de formar parte del poso cultural de cualquier persona. Es raro que ningún niño la escuche de manera fortuita, si no es por la influencia o afición de sus padres. Asimismo, para los más pequeños son muy recomendables las canciones que estimulan el aprendizaje de las letras, de los colores,... y a la expresión corporal y el baile.
Es estupendo que los niños canten juntos, la música supone también un gran "pegamento social", es una manifestación cultural colectiva. Hoy día parece haber un gran abismo entre la música culta o la tradicional, y la música comercial, pero ni la una es aburrida ni elitista, ni la otra es efímera o exenta de esfuerzo y belleza. Tanto las unas como la otra podemos ofrecerlas a nuestros hijos, especialmente si les ayudan a expresar y percibir belleza, armonía, orden, o despiertan en ellos alegría y placer.
La música clásica: óperas, zarzuelas, coros, sinfonías..., bandas sonoras de películas, canciones tradicionales, canciones infantiles, música actual, siempre que sean bien elegidas pueden ser beneficiosas para los niños, ya que forman parte de la cultura y arte, y tienen claras propiedades psicológicas, intelectuales e incluso, terapéuticas para los niños. ¡Les hace ser mejores!
La música es arte que conmueve el espíritu, pero, por desgracia, no toda la música del mercado es adecuada para los niños. Como el resto de medios audiovisuales, hay de todo y aunque en la variedad está el gusto, hay que ser conscientes de que hay canciones o tipos de música que intranquilizan, que llaman al desorden, que mueven a la violencia o que lanzan mensajes poco adecuados para los niños. A veces, en el coche he puesto alguna emisora de radio que alguna vez me ha escandalizado a mí y a mis niños porque en la letra se decían palabrotas o eran de temática poco apropiada. Así que antes de hablar de los beneficios de la música, debemos hablar de qué tipo de música es la más recomendable para los niños.
Los niños mostrarán preferencias por unas o por otras, dependiendo de que el abanico ofrecido por nosotros sea amplio y variado, no sólo debemos conformarnos con poner las canciones más radiadas o con más tirón de ventas, es importante ofrecerles la visión de música como expresión artística capaz de trasmitirnos emociones y de mover nuestro espíritu. Así, una sencilla melodía de violín puede trasmitirle sensación de peligro, o ponerle el bello de punta por la emoción o proporcionarle bienestar y tranquilidad.
La música clásica establece un vínculo especial con la medicina, la concentración, el orden y las matemáticas, además de formar parte del poso cultural de cualquier persona. Es raro que ningún niño la escuche de manera fortuita, si no es por la influencia o afición de sus padres. Asimismo, para los más pequeños son muy recomendables las canciones que estimulan el aprendizaje de las letras, de los colores,... y a la expresión corporal y el baile.
Es estupendo que los niños canten juntos, la música supone también un gran "pegamento social", es una manifestación cultural colectiva. Hoy día parece haber un gran abismo entre la música culta o la tradicional, y la música comercial, pero ni la una es aburrida ni elitista, ni la otra es efímera o exenta de esfuerzo y belleza. Tanto las unas como la otra podemos ofrecerlas a nuestros hijos, especialmente si les ayudan a expresar y percibir belleza, armonía, orden, o despiertan en ellos alegría y placer.
La música clásica: óperas, zarzuelas, coros, sinfonías..., bandas sonoras de películas, canciones tradicionales, canciones infantiles, música actual, siempre que sean bien elegidas pueden ser beneficiosas para los niños, ya que forman parte de la cultura y arte, y tienen claras propiedades psicológicas, intelectuales e incluso, terapéuticas para los niños. ¡Les hace ser mejores!
domingo, 20 de junio de 2010
viernes, 11 de junio de 2010
¿Qué quiere ser tu hijo cuando sea mayor?
Algunos niños, quedan impasibles ante la pregunta de qué quieren ser cuando sean mayores. No les preocupa demasiado lo que serán cuando sean mayores, sólo quieren hacerse mayores. Otros niños, sin embargo, incluso antes de saber lo que son las profesiones, parecen tener muy claras sus preferencias, aunque sus elecciones y motivaciones, a veces, suelen ser de lo más chocante para nosotros, y normalmente vienen dadas por la cercanía, la propia experiencia, la admiración o la originalidad.
Me vienen a la mente algunas de las profesiones más demandas por los niños: bombero, policía, piloto, futbolista, profesora, enfermera, astronauta, etc., pero dependiendo de su edad y su imaginación, algunos niños quieren ser cosas muy, pero que muy raras... El hermano de una amiga, por ejemplo, quería ser el caballo del zorro, y el hermano de mi marido barajaba dos opciones: quería ser o bien negro o bien ciego ¿raro, verdad? supongo que estas personas llamaban mucho su atención cuando era pequeño.
Qué quiere ser de mayor tu hijo?
Ninguno de los dos ha conseguido su propósito infantil, ¡qué fastidio! ¿Acaso no habrá una escuela en todo el mundo para aprender a ser el caballo del zorro o en la que te ayudaran a cambiar el color de la piel o a seguir las habilidades de un ciego? Los niños siempre nos sorprenden con sus pensamientos insólitos e imaginativos, sus prioridades no son las nuestras, a ellos les mueve más la diversión, la creatividad, la originalidad y otros motivos personales.
Lo más seguro es que las ambiciones de nuestros pequeños, no sean acordes a las nuestras como padres, así, alguno nos sorprenderá diciendo que quiere ser limpiabotas, pintora de caras en los cumpleaños, cajera de supermercado, paseador de perros u otros profesiones modestas que a nuestros hijos les atraen porque les parecen divertidas, sin más. Para los más pequeños ser mayor y tener una profesión no deja de ser un juego.
La mayoría de los padres deseamos que nuestros hijos tengan una profesión destacada o con la que al menos puedan ganarse, dignamente, la vida, pero a nuestros hijos ese "pequeño detalle", les da absolutamente igual, es algo que no parece tener importancia para ellos. Son los más mayorcitos quienes empiezan a mostrar una idea real de lo que es una profesión y deciden querer continuar con la profesión de sus papás o el negocio familiar, o, al menos, ya van teniendo en cuenta que tener una profesión fundamentalmente es para ganar dinero. En este momento es cuando empiezan a fijarse en otras profesiones más ambiciosas o que les interesan como médico, abogado, ingeniero, deportista de élite, aunque no sepan muy bien todavía en qué consistirán los conocimientos de tales profesiones y los esfuerzos que tendrán que realizar para conseguirlos.
¿Qué serán finalmente nuestros pequeños? Espero que, decidan lo que decidan, sean felices con ello.
Patro Gabaldón. Redactora de GuiaInfantil.com
Me vienen a la mente algunas de las profesiones más demandas por los niños: bombero, policía, piloto, futbolista, profesora, enfermera, astronauta, etc., pero dependiendo de su edad y su imaginación, algunos niños quieren ser cosas muy, pero que muy raras... El hermano de una amiga, por ejemplo, quería ser el caballo del zorro, y el hermano de mi marido barajaba dos opciones: quería ser o bien negro o bien ciego ¿raro, verdad? supongo que estas personas llamaban mucho su atención cuando era pequeño.
Qué quiere ser de mayor tu hijo?
Ninguno de los dos ha conseguido su propósito infantil, ¡qué fastidio! ¿Acaso no habrá una escuela en todo el mundo para aprender a ser el caballo del zorro o en la que te ayudaran a cambiar el color de la piel o a seguir las habilidades de un ciego? Los niños siempre nos sorprenden con sus pensamientos insólitos e imaginativos, sus prioridades no son las nuestras, a ellos les mueve más la diversión, la creatividad, la originalidad y otros motivos personales.
Lo más seguro es que las ambiciones de nuestros pequeños, no sean acordes a las nuestras como padres, así, alguno nos sorprenderá diciendo que quiere ser limpiabotas, pintora de caras en los cumpleaños, cajera de supermercado, paseador de perros u otros profesiones modestas que a nuestros hijos les atraen porque les parecen divertidas, sin más. Para los más pequeños ser mayor y tener una profesión no deja de ser un juego.
La mayoría de los padres deseamos que nuestros hijos tengan una profesión destacada o con la que al menos puedan ganarse, dignamente, la vida, pero a nuestros hijos ese "pequeño detalle", les da absolutamente igual, es algo que no parece tener importancia para ellos. Son los más mayorcitos quienes empiezan a mostrar una idea real de lo que es una profesión y deciden querer continuar con la profesión de sus papás o el negocio familiar, o, al menos, ya van teniendo en cuenta que tener una profesión fundamentalmente es para ganar dinero. En este momento es cuando empiezan a fijarse en otras profesiones más ambiciosas o que les interesan como médico, abogado, ingeniero, deportista de élite, aunque no sepan muy bien todavía en qué consistirán los conocimientos de tales profesiones y los esfuerzos que tendrán que realizar para conseguirlos.
¿Qué serán finalmente nuestros pequeños? Espero que, decidan lo que decidan, sean felices con ello.
Patro Gabaldón. Redactora de GuiaInfantil.com
lunes, 7 de junio de 2010
sábado, 5 de junio de 2010
Los niños son felices... sobre todo jugando
Jugar con nuestros hijos, aunque no lo notemos, nos hace especiales como padres y como personas. Jugando con ellos, ni que sea por un ratito, nos ayuda a transmitirles nuestros sentimientos, nuestra forma de ser, a comunicarnos y a conocernos mutuamente. El juego, más que un derecho, es una necesidad a lo largo de todas nuestras vidas.
Con el juego se divierte y con el juego se aprende... ¡y mucho! Es un aprendizaje con el que debemos estimular a nuestros hijos para que pasen un rato divertido y placentero, y a la vez que ejerciten el respeto a las reglas y normas, el saber ganar o perder, el conocer el valor de compartir, de trabajar en equipo, de la amistad. A mí hija, cuando era pequeña, le costó aprender a perder. Ella solo quería ganar y ganar, y se ponía unos "morros" y una cara enfadada cuando no conseguía que sus esfuerzos le dieran la victoria. Pero, con el tiempo y con mucha paciencia, conseguimos, las dos juntas, a que ella se diera cuenta de que lo más importante era el juego y no solo ganar.
Pero, como yo decía, jugar es la actividad más antigua, más vital y más divertida de abordar la vida. El juego favorece a la imaginación, a la fantasía, a la libertad... Además no cuesta nada (o casi). ¡Cuántos juegos pueden "salir" de una caja de cartón! Una casa, un túnel, un escenario de teatro, grutas... Y con una pelota... ¡no podríamos enumerarlos! La emoción siempre está asegurada con el juego. Se cambian los tiempos, pero los juegos, muy poco. Solo se cambia el lugar. Antes, jugábamos en la calle, en las aceras, hoy, por una cuestión de seguridad, en sitios más cerrados.
Jugar es divertido y también una buena herramienta para descubrir, enriquecer y desarrollar las capacidades de los niños. A través del juego los niños aprenden a superar retos de la vida, a atreverse, y a expresar buenos así como malos sentimientos y emociones. El juego les hace superar algunos miedos. Miedo de caerse o de llevar un golpe cuando aprenden a montar en bicicleta, o a saltar la comba y a los obstáculos. Y como decía al principio, el juego fomenta la comunicación y las relaciones con las personas, nos motiva a reconocer el otro y a ponernos en su lugar.
Vilma Medina. Editora de GuiaInfantil.com
Pero, como yo decía, jugar es la actividad más antigua, más vital y más divertida de abordar la vida. El juego favorece a la imaginación, a la fantasía, a la libertad... Además no cuesta nada (o casi). ¡Cuántos juegos pueden "salir" de una caja de cartón! Una casa, un túnel, un escenario de teatro, grutas... Y con una pelota... ¡no podríamos enumerarlos! La emoción siempre está asegurada con el juego. Se cambian los tiempos, pero los juegos, muy poco. Solo se cambia el lugar. Antes, jugábamos en la calle, en las aceras, hoy, por una cuestión de seguridad, en sitios más cerrados.
Jugar es divertido y también una buena herramienta para descubrir, enriquecer y desarrollar las capacidades de los niños. A través del juego los niños aprenden a superar retos de la vida, a atreverse, y a expresar buenos así como malos sentimientos y emociones. El juego les hace superar algunos miedos. Miedo de caerse o de llevar un golpe cuando aprenden a montar en bicicleta, o a saltar la comba y a los obstáculos. Y como decía al principio, el juego fomenta la comunicación y las relaciones con las personas, nos motiva a reconocer el otro y a ponernos en su lugar.
Vilma Medina. Editora de GuiaInfantil.com
¿Está tu hijo preparado para controlar el pis?
Al igual que ocurre con el gateo, los primeros pasos o el habla, no hay una edad determinada y perfectamente definida en la que el niño deba controlar los esfínteres. El control de la orina puede variar según el grado de madurez de cada niño, unos niños controlan cuando están próximos a los 24 meses y otros más cerca de los 36 meses, en cualquier caso podemos empezar a familiarizar a los niños con el pis y su funcionamiento a través de juegos, orinales o, simplemente, por la observación de otros miembros de la familia.
Aunque no hay una fecha exacta, podemos valorar el desarrollo de nuestro hijo y el estímulo que debemos proporcionarle, teniendo en cuenta algunas condiciones previas necesarias o etapas superadas, así debemos comenzar:
¿Está nuestro hijo preparado para comenzar a controlar esfínteres?
- Si es capaz de caminar seguro
- Si puede sentarse solo
- Si se comunica con nosotros a través del lenguaje o, al menos, entiende órdenes sencillas
- Si vemos cierta autonomía en sus movimientos y juegos
- Si observamos que es capaz de mantener seco el pañal, al menos durante dos horas.
Nosotros podemos ayudarles y estimularles, pero necesitaremos, sin remedio, de la colaboración y la motivación del niño del niño para conseguir el objetivo marcado, de ahí la importancia de que no pretendamos que el niño controle antes de que su madurez física lo permita y podamos desmoralizarle o provocarle ansiedad.
Una vez que tanteemos a nuestro hijo y consideremos que está preparado realmente, no debemos esperar necesariamente a que llegue el buen tiempo, podemos empezar, en cualquier momento los entrenamientos, pero sin mostrar ninguna prisa ni nerviosismo.
- Ofrecer al niño una primera toma de contacto, ofrecer momentos para familiarizarse.
- Facilitar el acceso a sus genitales, poniéndole ropa cómoda y fácil de bajar
- Podemos empezar con la retirada del pañal por algunas horas, cuando dispongamos de tiempo en casa, especialmente los fines de semana y hablar con él con cariño sobre lo que tiene que hacer.
- Ofreceremos el orinal o el w.c como juego en el que sentarse a ver si logra salir algo (el tiempo de estancia será corto, entorno a 5 ó 10 minutos).
- Si el niño se hace pis encima, no debemos reñirle, sentirse mojado también le servirá de aprendizaje (verá que se siente incómodo). Debemos aprovechar este momento para recordarle dónde debe hacer pipí.
- Felicítale y elogia sus logros
- Cuando permanezca seco durante unas horas, podemos comenzar con la retirada continuada de pañal, comenzando por el pañal diurno, posteriormente retiraremos también el pañal de la siesta. El de la noche no debe ser eliminado definitivamente, hasta que el niño no se levante con el pañal seco durante varios días o se despierte pidiendo pis por la noche.
- El ritmo de avance es particular e individual de cada niño, debemos evitar las comparaciones con otros niños y, por supuesto, también las humillaciones.
El proceso completo puede llevar un año o, incluso más. También se considera normal que el niño (especialmente, al principio), sufra escapes, así que nos aseguraremos de tener una muda disponible durante todo el proceso. En las guarderías y colegios, suelen solicitar una muda completa desde que comienza el entrenamiento hasta los 5 ó 6 años de edad.
Patro Gabaldón. Redactora de GuiaInfantil.com
Aunque no hay una fecha exacta, podemos valorar el desarrollo de nuestro hijo y el estímulo que debemos proporcionarle, teniendo en cuenta algunas condiciones previas necesarias o etapas superadas, así debemos comenzar:
¿Está nuestro hijo preparado para comenzar a controlar esfínteres?
- Si es capaz de caminar seguro
- Si puede sentarse solo
- Si se comunica con nosotros a través del lenguaje o, al menos, entiende órdenes sencillas
- Si vemos cierta autonomía en sus movimientos y juegos
- Si observamos que es capaz de mantener seco el pañal, al menos durante dos horas.
Nosotros podemos ayudarles y estimularles, pero necesitaremos, sin remedio, de la colaboración y la motivación del niño del niño para conseguir el objetivo marcado, de ahí la importancia de que no pretendamos que el niño controle antes de que su madurez física lo permita y podamos desmoralizarle o provocarle ansiedad.
Una vez que tanteemos a nuestro hijo y consideremos que está preparado realmente, no debemos esperar necesariamente a que llegue el buen tiempo, podemos empezar, en cualquier momento los entrenamientos, pero sin mostrar ninguna prisa ni nerviosismo.
- Ofrecer al niño una primera toma de contacto, ofrecer momentos para familiarizarse.
- Facilitar el acceso a sus genitales, poniéndole ropa cómoda y fácil de bajar
- Podemos empezar con la retirada del pañal por algunas horas, cuando dispongamos de tiempo en casa, especialmente los fines de semana y hablar con él con cariño sobre lo que tiene que hacer.
- Ofreceremos el orinal o el w.c como juego en el que sentarse a ver si logra salir algo (el tiempo de estancia será corto, entorno a 5 ó 10 minutos).
- Si el niño se hace pis encima, no debemos reñirle, sentirse mojado también le servirá de aprendizaje (verá que se siente incómodo). Debemos aprovechar este momento para recordarle dónde debe hacer pipí.
- Felicítale y elogia sus logros
- Cuando permanezca seco durante unas horas, podemos comenzar con la retirada continuada de pañal, comenzando por el pañal diurno, posteriormente retiraremos también el pañal de la siesta. El de la noche no debe ser eliminado definitivamente, hasta que el niño no se levante con el pañal seco durante varios días o se despierte pidiendo pis por la noche.
- El ritmo de avance es particular e individual de cada niño, debemos evitar las comparaciones con otros niños y, por supuesto, también las humillaciones.
El proceso completo puede llevar un año o, incluso más. También se considera normal que el niño (especialmente, al principio), sufra escapes, así que nos aseguraremos de tener una muda disponible durante todo el proceso. En las guarderías y colegios, suelen solicitar una muda completa desde que comienza el entrenamiento hasta los 5 ó 6 años de edad.
Patro Gabaldón. Redactora de GuiaInfantil.com
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