Es inmensamente gratificante ver a tu hijo crecer, adquirir habilidades, probar sus capacidades... aunque llegará el día en que al mirarlo te llevarás un buen susto. El tiempo ha pasado tan rápido, tu hijo ya no te da la mano para cruzar la calle, ya no te necesita a la hora del baño, ya elije él solo la ropa que se va a poner, es decir, ya ha adquirido tanta autonomía, que al mismo tiempo que te alegras por sus conquistas, también sientes que ya no eres todo para él.
Aunque tu hijo te quiera, y te querrá seguro, ya no te llamará para ir al parque, no te pedirá que estés un poco más en la cama con él y tampoco que lo acompañes al cine. ¿Dónde están los juegos de mesa que tanto habéis compartido? Y ¿dónde están las fiestas de cumpleaños que juntos preparabais? Tu hijo, este niño o esta niña que has tenido en los brazos, ha crecido. Ha pasado de estar sentado en la silla de atrás del coche
para estar a tu lado en la silla de delante.
Qué bonito y la vez difícil es ver crecer a los hijos. Aquellos niños que tanto querían estar en casa, pintando, dibujando, y haciendo tantas cositas contigo, ya no están. Y tú pensarás: ¿Por qué me quejaba tanto de que mi hijo viniera a mi cama en las mañanas de domingo? ¿Por qué cuando mi hijo quería jugar conmigo yo estaba casi siempre ocupada? ¿Por qué cuando él me llamaba desde su cama yo no le atendía? ¿Por qué yo no contestaba a sus insistentes preguntas? ¿Por qué no le cogí en brazos cuando él me lo pedía? Sólo nos damos cuenta de nuestros errores, de nuestras faltas, de nuestra falta de paciencia, tolerancia, etc., cuando los hijos crecen.
Cuando vemos que nuestro hijo ha crecido, empezamos a reflexionar sobre todo lo que hemos podido hacer por y con ellos y no lo hicimos. Eso es normal. Es lo mismo cuando pasamos de un curso a otro en el colegio. En los últimos días es natural que todos estemos más unidos. Pues es así. No se trata de tapar los agujeros que quedaron, lo importante es que reconozcamos que ser padre y madre no es una etapa. Si no has podido cumplirla como deseaba, siempre puedes ser mejor padre o mejor madre en la etapa siguiente, aunque eso no borre lo indeseado de la etapa anterior.
Antes de que tu hijo crezca, no desees estar solo, la infancia de tu hijo es una etapa. Disfruta de tu hijo, salta la comba con él, juega al escondite y hagas tantas volteretas que sean necesarias para sacarle unas buenas risas. Cuéntale chistes, llévale al circo, al parque, haz castillos de arena con él y no te olvides que antes de que él crezca, debes valorar los momentos que pases con él, aunque duren apenas minutos.
Vilma Medina. Editora de GuiaInfantil.com
para estar a tu lado en la silla de delante.
Qué bonito y la vez difícil es ver crecer a los hijos. Aquellos niños que tanto querían estar en casa, pintando, dibujando, y haciendo tantas cositas contigo, ya no están. Y tú pensarás: ¿Por qué me quejaba tanto de que mi hijo viniera a mi cama en las mañanas de domingo? ¿Por qué cuando mi hijo quería jugar conmigo yo estaba casi siempre ocupada? ¿Por qué cuando él me llamaba desde su cama yo no le atendía? ¿Por qué yo no contestaba a sus insistentes preguntas? ¿Por qué no le cogí en brazos cuando él me lo pedía? Sólo nos damos cuenta de nuestros errores, de nuestras faltas, de nuestra falta de paciencia, tolerancia, etc., cuando los hijos crecen.
Cuando vemos que nuestro hijo ha crecido, empezamos a reflexionar sobre todo lo que hemos podido hacer por y con ellos y no lo hicimos. Eso es normal. Es lo mismo cuando pasamos de un curso a otro en el colegio. En los últimos días es natural que todos estemos más unidos. Pues es así. No se trata de tapar los agujeros que quedaron, lo importante es que reconozcamos que ser padre y madre no es una etapa. Si no has podido cumplirla como deseaba, siempre puedes ser mejor padre o mejor madre en la etapa siguiente, aunque eso no borre lo indeseado de la etapa anterior.
Antes de que tu hijo crezca, no desees estar solo, la infancia de tu hijo es una etapa. Disfruta de tu hijo, salta la comba con él, juega al escondite y hagas tantas volteretas que sean necesarias para sacarle unas buenas risas. Cuéntale chistes, llévale al circo, al parque, haz castillos de arena con él y no te olvides que antes de que él crezca, debes valorar los momentos que pases con él, aunque duren apenas minutos.
Vilma Medina. Editora de GuiaInfantil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario